Os pueden decir que es una de las mejores películas del año y al verla pensar que os han engañado.
En serio, si no se empieza a ver la película con la mente muy abierta, Shame puede no gustar nada.
La película trata un tema poco tocado en el cine y del que no se suele hablar: el tema del sexo visto desde una persona que solamente quiere disfrutar de él. Muchos lo han catalogado como una película de un adicto al sexo pero realmente no debería ser ése el planteamiento y quien vaya con esa idea puede defraudarse.
El protagonista (el multifacético Michael Fassbender) no tiene relaciones personales. Cuenta su historia de adicción y los diferentes medios que utiliza para ello.
También puedes ver que una simple mirada en el metro puede llevar a cualquier situación imaginable o quedarse en una mera anécdota como suele pasar habitualmente.
Llega a un punto en el que intenta cambiar, tener una relación, intentar ser más amigable, un momento en el que tiene que decidir si quiere hacerlo o no y el espectador puede captar cada uno de los momentos en el que el protagonista tiene que tomar esa decisión sin saber qué va a decidir. Esos momentos sin diálogo se rellenan con una música que es una delicia, tranquila, clásica y variada.
Además del protagonista aparecen otros personajes como su jefe salido o su hermana.
Su jefe es el típico ligón que entra a cualquier mujer simplemente para acostarse con ella (se nos indica en algún momento que está casado).
Su hermana (interpretada por Carey Mulligan, vista hace poco en la magnífica Drive) es una mujer con una personalidad débil, aunque la actuación musical en la que interpreta a su manera la canción New York, New York es sublime.
El protagonista tiene que cargar con su hermana y con sus propios problemas y hay momentos en que no sabes qué va a hacer realmente o qué harías tú si estuvieras en su lugar.
Las interpretaciones de Fassbender y Mulligan son merecedoras de un Óscar de la Academia, exactamente igual que la de Ryan Gosling en Drive. Pero no ha habido nominaciones para ellos.
Junto a las interpretaciones se pueden destacar la música, la forma en que se ruedan las escenas (que recuerda en algunos momentos a Drive) y la forma de tratar el tema del sexo (que me recuerda lejanamente al inicio de American Psycho).
Eso sí, Shame no va a dejar indiferente a nadie: puedes llegar a odiarla o puede ser una de las mejores películas que hayas visto nunca. Pero es una película que merece la pena ver, te guste finalmente o no, porque se va a hablar mucho de ella, sea para bien o para mal.
Artículo publicado por elmaestroole