Y llegó el final de esta primera mitad de temporada, que todo sea dicho, podría haberse reducido a 2 o 3 capítulos. En realidad este final tampoco soluciona nada, tan sólo añade un cambio sustancial respecto a los anteriores, y tiene que ver con la energía y los colgantes, pero seguro que todos nos lo esperábamos.
Este noveno capítulo ha llevado por fin a nuestros compañeros de viaje a la ciudad de Philadelphia, capital de la República de Monroe y donde el amigo de Miles mantiene prisioneros a Danny y a su madre Rachel.
El octavo capítulo de Revolution nos trae un par de descubrimientos que afectan bastante a la historia en lo que se refiere a los colgantes y a la energía, y se convierte en el primer episodio después del piloto en el que realmente pasan cosas importantes.
Qué contento me he quedado al acabar este capítulo. En primer lugar porque por fin avanza un poco la acción, no sólo en lo que a Rachel concierne, sino también respecto al grupo de Charlie y Miles. Y en segundo lugar, porque la trama episódica de este capítulo estaba medio protagonizada por Colin Ford, el niño que hizo de Sam Winchester (Supernatural) en su infancia/adolescencia, y al que tengo especial cariño. Pero vamos a ver qué nos ha deparado el capítulo.
Nuevo capítulo de Revolution y la trama sigue sin avanzar. Pero no pasa nada, ya estamos acostumbrados. Miento, la trama si avanza un poco gracias a los personajes de Rachel y Sebastian Monroe, otra vez. El resto, como bien dice el título del episodio, para pasar el rato.
Los creadores de Revolution lo han vuelto a hacer. Nos la han vuelto a colar. Cuando parecía que el grupo había logrado dar con Danny y que las cosas iban a cambiar, nos han dado un par de collejas para dejarnos con la sensación de que la serie está probando nuestra paciencia. Y todo tiene un límite.
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