Bates Motel se estrenó, por fin, después de muchos y muchos meses levantando expectación con cada nueva noticia, teaser o tráiler que veía la luz. ¿Por qué? Porque se trata de una “precuela” que ahonda en la vida del famoso psicópata Norman Bates en su adolescencia y juventud, momento de su despertar sexual y probablemente origen de sus dudosos comportamientos en “Psicosis” (Alfred Hitchcock, 1960). No he visto la película (lo sé, podéis matarme si queréis), por lo que no puedo valorar la serie como complemento a la película, pero me sirve para valorar la serie como producto independiente y si funciona por sí sola. Y por ahora la respuesta a esa pregunta es sí.
La serie comienza con la muerte del padre de Norman. Él mismo descubre el cuerpo de su padre en el garaje y va a avisar a su madre, asustado. En cambio ella no muestra ni una pizca de sorpresa, y ya nos siembra la duda ante cómo es el personaje. Norma y su hijo se mudan a White Pine Bay, donde han comprado un motel y una casa para vivir y comenzar de cero, pero el anterior dueño de la casa, Keith Summers, a quien el banco se la quitó y la vendió mediante subasta, acosa a la familia hasta que actúa y agrede sexualmente de Norma cuando Norman no está en casa. Al final todo acaba en tragedia porque Keith acaba muerto y escondido en una de las habitaciones del hotel.
Mientras están limpiando, Norman encuentra una especie de libreta con imágenes de mujeres torturadas y en posiciones de lo más eróticas, y decide guardarla. Estoy seguro de que esta libretita dará mucho que hablar en próximos capítulos. Además, la familia Bates recibe la visita de la policía de la ciudad, aunque por suerte no descubren el cuerpo del muerto en la bañera. Más tarde acaban por tirar el cuerpo en la bahía de la ciudad para eliminar pruebas de su incriminación, ya que la policía ha mostrado ciertas dudas acerca de ellos. Entre medio, Norman se ha hecho algo popular en su nuevo colegio, ligándose a cuatro chicas de muy buen ver y que no tienen reparos en llevárselo de fiestas.
La serie cuenta con mucha variedad de elementos que le otorgan mucho interés. En primer lugar, se pueden distinguir dos partes bastante claras en cuanto a los focos de las tramas: por una parte, la trama familiar, en el motel, y que envuelve toda la vida interior de Norman y sus angustias. Por otra, la trama del instituto, con sus nuevos amigos y compañeros. Aunque no se trata de la típica trama de institutos, sino que ese escenario servirá, además de para los amores de Norman, para desarrollar misterios y conocer mejor al pueblo.
La ciudad tiene un estilo muy Twin Peaksiano (permitidme el nuevo palabro si sabéis de que hablo), con una atmósfera que cubre a toda la población y un ambiente que te hace desconfiar automáticamente y prácticamente de todo el mundo. Además, los personajes que van apareciendo tampoco lo dejan nada fácil a la hora de confiar en ellos. Un ejemplo es el detective Romero (Nestor Carbonell), que juega a la ambigüedad aunque tampoco se sale en el papel. Quien sí destaca por encima del resto es Norma (Vera Farmiga): un personaje genial, con mucha personalidad y cuya actriz derrocha una fuerza que más quisieran muchas. Sin duda de lo mejor de la serie. Freddie Highmore también está muy bien en su papel de Norman, y permite que podamos sentirnos identificados con él incluso sabiendo quién es (o mejor dicho, quién va a ser). Permite que veamos lo torturado que está Norman bajo el control omnipresente de su madre.
También nos encontramos con una buena banda sonora que ayuda a crear ese ambiente extraño que rodea a la ciudad, y estéticamente está bastante cuidada.
También nos encontramos con una buena banda sonora que ayuda a crear ese ambiente extraño que rodea a la ciudad, y estéticamente está bastante cuidada.
En definitiva, una serie a la que merece la pena dar una oportunidad, y quizás os sorprende como lo ha hecho conmigo. A mí ya me tiene enganchado, y espero con ansias poder ver el segundo.
Opinión de @Eric_MeGon
Opinión de @Eric_MeGon